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Padres sin autoridad, niños sin límites, hijos sin rumbo

El psiquiatra alemán Michael Winterhoff plantea en su best seller ¿Por qué los niños se convierten en tiranos? que la fase narcisista normalmente debe durar entre los 10 y 16 meses de edad, pero desde hace un tiempo se ha encontrado en su consultorio con niños mucho mayores que parecen no haber salido de ese punto.
“En ese período de desarrollo, el niño no distingue todavía entre cosas y personas, por lo que no tiene ninguna sensación de respeto hacia los otros. El único principio que rige el comportamiento en esa fase es el principio del deseo”, escribe Winterhoff.
“La función primordial de un niño es apropiarse de todo. ‘Esto es mío’, dicen todo el tiempo.
Chupan, tocan, tragan. Sienten angustia de separación o abandono. El entorno se somete a ellos y controlan las instancias del contexto. Son sometedores natos. Necesitan un marco que los contenga, necesitan aprender a esperar y a manejar la frustración. Si no lo hacen, de adultos pueden sufrir alguna clase de psicopatología o ser directamente psicóticos”, dice el doctor Marcelo Hernández, especialista en psiquiatría, psicología médica y clínica familiar.
Para Rabinovich, “se ha devaluado y degradado la idea de mérito, de que hemos de merecer algo en función de lo que hemos hecho para obtenerlo. Se ve claramente en la supresión de sanciones adecuadas en las escuelas. No se corrigen las faltas de ortografía o de gramática y la consecuencia está a la vista: los jóvenes no saben escribir ni leer ni hablar, y circulan con un vocabulario paupérrimo. Casi puede afirmarse que hay un trabajo en contra de nuestro carácter de seres determinados por la cultura, una dimisión de la civilización, y cada vez se enfatiza más que seamos animales alegres, pero animales por fin ‘naturales’. Un ejemplo de ello es la pérdida de pudor, que sabemos tiene determinaciones históricas, cosa de la que se da prueba claramente en la televisión, que ha creado una cultura donde mostrarlo todo está bien, burlarse y humillar al prójimo también”.
El determinar límites e imponer rutinas implica, naturalmente, asumir conflictos que, según Winterhoff, muchos padres prefieren evitar porque, para compensar los problemas que tienen en otros ámbitos de sus vidas, quieren mantener con sus hijos unas relaciones armónicas y renuncian al papel de guías.
“Si hay niños tiranos es porque hay padres inmaduros. Quieren ser más amigos de sus hijos que distantes y distintos. Ser padre es educar, contener, poner límites. Una metáfora clara de esto es la madre que se viste con ropa de su hija, que se hace operaciones estéticas para parecer de dieciocho. La bajada de línea es confusa, además de laxa. Un padre todavía no ha sido reemplazado por nada, es una figura central en nuestra vida, pero hay un corrimiento y todo es consecuencia de todo”, explica Hernández, quien también dice que como “sujetos de interacción, funcionamos en un contexto, respondiendo a estímulos. Cuando no hay parámetros, nace la confusión”.
Los expertos advirtieron claramente que los padres ya no querían tomarse la molestia de educar a sus hijos, bajo normas de respeto que empiezan en el hogar y se expanden al mundo.
“Hay una cierta dimisión por parte de los padres, de la dura y desagradable función de educar. Decir que no, demandar que las tareas sean cumplidas es una tarea desagradable, e incluso angustiosa. Pero no es la única dimensión de educar, que entraña también amor, cuidado, dedicación, estímulo, aliento…”, explica la doctora Diana Rabinovich, profesora titular de la Facultad de Psicología de la UBA.
Ella continúa diciendo:
“Hay dimensiones de la vida que no son juego, que exigen renunciar a gratificaciones fáciles e inmediatas. En suma, la opinión generalizada es que todos tienen derechos, niños o adultos, pero ninguno tiene deberes. Los medios no hacen más que reforzar esta idea de que tengo derecho a lo que sea. El ideal es que todo sea fácil, efímero, trivial”.
En todos los campos de la vida, los equilibrios se rompen cíclicamente, para dar paso a nuevos paradigmas más adaptables a las épocas que se van sucediendo en nuestra historia.
El futuro es incierto, pero nadie lo espera de brazos cruzados, en cierta forma. Se rastrea en el pasado, lo que estuvo bien y lo que estuvo mal, y se proyecta alguna ruta de acceso a un porvenir con menos tensiones.

Resumido de https://soydondenopienso.wordpress.com/2009/02/16/padres-sin-autoridad-ninos-sin-limites-hijos-sin-rumbo/