La ansiedad es una reacción natural frente al
peligro, y la pandemia de coronavirus es uno de los eventos más peligrosos que
ha enfrentado la humanidad en varias generaciones. Por lo tanto, es de esperar
que encontremos elevados niveles de ansiedad, angustia y miedo en la población.
Para tener una mejor noción de quiénes son los más afectados por la ansiedad en
nuestra sociedad, analizamos las respuestas que dieron 977 residentes en
Ecuador durante la restricción de movilidad decretada en nuestro país, desde
los últimos días de la primera hasta el final de la tercera semana de
aislamiento. (Puedes encontrar detalles de sus respuestas AQUÍ).
Los voluntarios llenaron online una variante no
estandarizada de un test de ansiedad, respondiendo con qué frecuencia vivenciaron
durante los últimos días ocho diferentes situaciones indicadoras de angustia.
Las posibles respuestas fueron “Casi nunca”, “La menor parte del tiempo”, “La
mayor parte del tiempo” o “Casi Siempre”. Los participantes completaron la
prueba de manera anónima y recibieron un resultado que sería útil para
determinar ellos mismos su situación actual.
Se dio la calificación máxima de 32 puntos a
quienes respondieron que todas las situaciones se presentaron “Casi siempre”,
en tanto que el puntaje de ansiedad mínima fue de 8 puntos, al indicar que
todas las situaciones los afectaron “Casi nunca”. Una calificación intermedia
de 16 puntos sería equivalente a que todas las situaciones angustiantes están
presentes al menos “La menor parte del tiempo”, y calificaciones superiores a ese
valor equivaldrían a que al menos un indicador de ansiedad se presenta “La mayor
parte del tiempo” o “Casi siempre”.
La calificación promedio de la muestra se ubicó
sobre los 20 puntos. Esto quiere decir que el
participante promedio manifestó que se ha enfrentado a múltiples indicadores de
ansiedad la mayor parte del tiempo durante los últimos días. El 58% de las
mujeres tuvieron calificaciones por encima de ese promedio, en tanto que el 61%
de los hombres calificaron por debajo del nivel promedio de ansiedad. Dicho de
otra manera, la manifestación de indicadores
de ansiedad durante el período de aislamiento social y restricción de movilidad
por causa del COVID-19 en Ecuador ha sido significativamente más frecuente en
mujeres que en hombres.
Al separar la muestra por grupos de edad, se encontró
que los jóvenes de 20 años o menos son el
grupo psicológicamente más frágil frente a la ansiedad de estos momentos.
El 67% de ellos manifiesta indicadores de ansiedad con una frecuencia por
encima del promedio de la muestra. El siguiente grupo más sensible se encuentra
entre 21 y 30 años, pues el 58% de ellos muestra mayor incidencia de
situaciones angustiantes que el promedio total. A pesar de que los más jóvenes
presentan menor riesgo de fallecer por COVID-19, la población de 51 años o más
se muestra más calmada, pues el 72% manifestó presencia de ansiedad con menos
frecuencia que la media general. Paradójicamente, el riesgo de morir por
coronavirus a causa de la edad aparece relacionado de manera inversamente
proporcional a la presencia de indicadores de ansiedad entre los encuestados
durante la crisis, pues los más jóvenes
están significativamente más angustiados que sus mayores.
De acuerdo con estos resultados, podemos suponer
que el sexo y la edad influyen en las
probabilidades de verse sobrecargado de ansiedad ante las circunstancias que
estamos viviendo. Es un hecho generalmente aceptado que, incluso por
necesidad evolutiva, la mujer es marcadamente más sensible a la angustia que el
hombre. También es de esperar que las personas más maduras reaccionen con mayor
calma y sabiduría ante situaciones difíciles. Sin embargo, la fragilidad psicológica
que las generaciones menores a 30 años muestran ante la durísima realidad
actual debe llamar nuestra atención hacia el proceso de recuperación de la
sociedad, no sólo durante sino también después de la pandemia.
Aunque lamentablemente cerraremos este negro
capítulo demasiado tarde para muchos, tengo la certeza de que saldremos
adelante como humanidad. La pandemia pasará, porque gracias a la ciencia se
encontrarán vacunas y tratamientos. Sin embargo, y más allá de la preservación
de la especie, para asegurar nuestra supervivencia como sociedad debemos robustecer
a la juventud. Hemos puesto en sus manos más herramientas para la vida que en
cualquier época de la historia, y aplaudo a los jóvenes que enfrentan los
sucesos con responsabilidad y valentía. Pero aquéllos con baja tolerancia a la
ansiedad corren peligro de enfermar física y psicológicamente, volviéndose una
carga para la comunidad y un peligro para sí mismos. Por lo tanto, tenemos
pendiente la tarea de fortalecer a los más frágiles, porque sólo subsistirán quienes
sean capaces de adaptarse a la dureza de la realidad.