En tiempos modernos nos encontramos con una
pequeña epidemia de niños que hacen las cosas a un ritmo muy lento; no
solamente comer, sino bañarse, vestirse, hacer tareas, etcétera. Resulta
increíble que un tema así de superficial tenga repercusiones tan profundas en
la vida familiar, porque al final estos niños hacen las cosas tan lento, que se
perciben como una falta de respeto al tiempo de los demás.
Debido a que para muchas madres la hora de la
comida se ha vuelto insoportable porque su hijo se demora demasiado en terminar
(y a veces ni siquiera termina), vamos a hablar un poco del problema específico
de los niños que comen exageradamente despacio. Si pones atención, vas a
encontrar que hay causas y soluciones en común con los que se demoran en cumplir
con las tareas de su escuela y de su cuidado personal.
Cómo sabes que tienes
un problema
La verdad es que es rico tener una comida larga
con padres e hijos sentados a la mesa, conversando y compartiendo. Sin embargo,
la vida de hoy hace que tratemos de ir rápido en nuestras actividades, y es
poco frecuente que se den oportunidades para ese tipo de tiempo en familia. Por
lo tanto, muchas veces las madres deben cargar con la molesta tarea de
presionar a un niño lento para que termine pronto su plato de comida. Tienes un
problema cuando el niño no termina a tiempo y por eso te retrasa en tus labores
o él mismo no puede hacer bien otras actividades a causa del tiempo perdido en
la mesa.
Por lo general, es normal que tome menos de 20
minutos para que un niño termine su plato de comida. Puedes considerar que es
lento si se demora de 20 a 30 minutos. Si tu hijo se demora más de media hora
en terminar de comer, tienes un problema y debes tratar de resolverlo lo antes
posible. Es muy probable que encuentres que tu hijo juega con la comida en el
plato, y pasa el rato moviéndola de un lado a otro sin comerla. Otra actividad
con la que se pierde el tiempo es masticando exageradamente o manteniendo la
comida en la boca sin masticar. Una de las consecuencias que puedes encontrar
es que deja gran cantidad de comida sin tocar en el plato, y lo da por
terminado sin haber comido suficiente.
Por qué se demora
tanto
Puede haber diferentes causas para esta
situación. Lo primero que tienes que considerar, es que es posible que no tenga
hambre. Muchas veces los niños van picando
a lo largo del día (bocadillos poco nutritivos pero llenadores), y cuando llega
la hora de sentarse a comer, su cuerpo no les está pidiendo alimento.
Otra posibilidad es que esa comida no les
agrade. Algunos niños tienen mayor sensibilidad gustativa que otros, y cuando les
molesta el sabor de ciertos alimentos o condimentos usan la estrategia de
extender dolorosamente el tiempo frente a un plato para cansar a los adultos y comer
lo menos posible. Más tarde generalizan esta conducta y la presentan con casi
cualquier comida que no les cause un interés especial.
Hay niños que simplemente tienen menos interés
en la comida que en otras actividades. Las pantallas suelen ser grandes
cómplices en esta situación. La televisión, youtube, juegos de video o el internet
capturan la atención de los niños. Cuando las pantallas no están presentes, los
niños pueden demorarse por estar conversando con alguien o haberse sumido en sus
propios pensamientos, olvidándose de la comida que tienen en el plato o en la
boca.
Por último, tenemos los niños a quienes les
cuesta seguir rutinas y mantener el orden. Una pequeña cantidad de ellos son
correctamente diagnosticados con déficit de atención, mientras que la mayoría
ha tenido una pobre formación en ese sentido, y la responsabilidad de hacer las
correcciones debe caer sobre los padres.
Cómo puedo solucionar
el problema
La responsabilidad de solucionar esta seria
incomodidad recae en los padres o los adultos encargados de cuidar a los niños.
Como siempre, mientras más pronto se empiece a hacer las correcciones, mejor.
No debes esperar que las cosas se resuelvan en un par de días o semanas.
Recuerda que mientras más grande sea tu hijo, más tiempo habrá tenido para
acostumbrarse a comer lentamente, y cambiar esa costumbre será más difícil.
La primera recomendación es controlar el ambiente.
Trata de eliminar las distracciones, limitando el acceso a pantallas, personas
o mascotas que puedan distraer al niño de lo que tiene que hacer con la comida
que está en su plato.
Los niños aprenden por imitación, así que es
conveniente que un adulto esté comiendo junto a ellos y no haciéndolos comer.
Este adulto debe modelar el comportamiento del niño, empezando por comer apenas
más rápido que él, mientras lo incentiva a seguirle el ritmo. Puede ser útil conversar
de temas que mantengan un ambiente relajado, pero que no distraigan demasiado
al pequeño.
Distintas escuelas de nutrición recomiendan
repartir las tres clásicas comidas del día en cinco o más comidas pequeñas. Sin
embargo, sólo el manejo disciplinado de sus horarios y rutinas permite que los
niños sigan con hambre y se alimenten correctamente. De esta manera, los piqueos entre comidas deben estar bien
controlados, asegurando que los niños lleguen a sentarse a la mesa con ganas de
comer y no llenos de chatarra. Es también necesario tener control de las
porciones, distribuyendo las cantidades de carbohidratos, grasas, proteínas,
etcétera.
Cuando los niños son muy sensibles a los
sabores, parte fundamental de la estrategia es escoger los alimentos con que se
le va a enseñar a comer más rápido. Durante el aprendizaje debes seleccionar
comidas nutritivas que le agradan e intercalar las que no son sus preferidas.
Suele ser mejor usar poco o ningún condimento al principio, e irlos
introduciendo progresivamente cuando el niño ha aprendido a terminar su plato con
menos demora.
Finalmente recuerda que, como todo proceso de
educación de tu hijo, debes tener constancia y paciencia. Celebra los pequeños
avances, y déjale saber que te complacen sus mejorías. Con estos consejos y un
poco de tu propia creatividad, en unos meses podrá disfrutar mucho más de los
almuerzos en familia.