Quiero ser claro: la necesidad de un papá presente y adecuadamente activo durante la crianza de los hijos no significa que los padres sean más importantes que las madres. Lo que quiero decir es que ambos son complementarios desempeñando sus roles para el mejor desarrollo psicológico, social y físico de sus hijos. Así como sabemos que una madre es irremplazable, tenemos que comenzar a defender que la presencia activa y positiva del padre es imprescindible para una mejor crianza.
El libro “The boy crisis” del
Dr. Warren Farrell (2019) fundamenta el principio de que la figura del papá
junto a la mamá es beneficiosa para el desarrollo de los hijos y de la
sociedad. A partir de que se incrementó el número de divorcios en EEUU, se
encontró que los hijos que crecen sin un papá tienen déficits en muchas áreas, comparados
con los que se forman en un hogar con padre y madre presentes. También se
detectó que la ausencia del papá afecta las hijas y a los hijos, pero que los
varones se ven marcadamente más afectados.
Un estudio del 2006 en el Reino Unido reveló que el
coeficiente intelectual de los niños varones había bajado unos 15 p untos desde la década de 1980, y el
de las niñas entre 7 y 8 puntos. Se detectaron varias razones ambientales para
esto, incluyendo que los hijos de esa generación pasaron menos tiempo con sus
papás. Otra publicación de 1976 en USA reveló que los niños cuyos padres
estaban ausentes obtuvieron peores calificaciones para el tercer grado de
escuela. Estudios en USA de 1988 y 2012 identificaron una correlación entre la
ausencia paterna y el abandono escolar. El 71% de los alumnos que se retiraban
del colegio venían de hogares con escaso o ningún involucramiento paterno.
Además, los niños con padres ausentes resultaron ser más propensos a ser
expulsados de las escuelas y colegios, más vulnerables a
ser reclutados por pandillas, ser depredados por abusadores sexuales, presentar
mayor tendencia al consumo de drogas, sufrir autoestima baja, padecer abusos
físicos y violencia doméstica. Un estudio del 2015 concluyó que casi todos los
muchachos reclutados por ISIS tenían en común un tipo de síndrome de padre ausente. Es una verdad histórica que los niños
sin padres eran típicamente reclutados por las Juventudes Hitlerianas.
El efecto del distanciamiento paterno se extiende
hasta la vida adulta. Mientras los varones que crecieron en hogares con mamá y papá
tienen más probabilidades de conseguir trabajo, cuando el papá no estuvo presente
es más común que estén desempleados y fracasen como profesionales.
Hay una tendencia creciente a encontrar mujeres que
escogen ser madres solteras. Pero sus hijos tienen más del doble de
probabilidades de caer en abuso de drogas y de presentar problemas con la ley, comparados
con los niños que crecieron con mamá y papá.
Los niños criados con un
involucramiento parejo de la madre y del padre tienen muchas menos
probabilidades de padecer depresión. En cambio, vivir en hogares sin un papá
presente es un factor altamente correlacionado con el suicidio. Otro efecto valioso de la preservación de la familia natural
(el padre y la madre al cuidado de los hijos) es que los niños tienen menor
tendencia a actuar impulsivamente. Esta capacidad de posponer la gratificación es
uno de los principales indicadores de éxito para la vida adulta, especialmente
para conseguir y mantener un trabajo.
Cuando el padre y la madre
participan de la crianza los hijos se vuelven más asertivos y menos agresivos
que cuando el papá no se involucra. Esto va en contra de la propaganda de que
la presencia del hombre hace que todo sea más agresivo. La realidad es que
cuando el papá interviene los hijos tienen más clara la diferencia entre ser
asertivo y ser agresivo. Y esto se relaciona con que los hijos de familias en
que los padres están presentes y activos son más empáticos. Los chicos con
padre y madre que han desempeñado bien su papel, aprenden a pedir lo que es
bueno para ellos, pero al ser empáticos, no lo hacen de una forma en que causan
daño a su prójimo.
Ser un padre activo y presente es un
compromiso que el varón debe asumir y que la sociedad debe promover, para
favorecer el desarrollo de las nuevas generaciones. Muchas mujeres hacen un
gran trabajo sacando adelante a sus hijos sin un hombre que las ayude. Sin
embargo, la ciencia nos muestra que el rol del padre bien desempeñado
complementa a la madre para criar hijos mejor adaptados a la sociedad, más
sanos y más empáticos. Nuestra cultura debe volver a impulsar este sentido
superior de la paternidad responsable.