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Apocalipsis en el horizonte


El 2020 ha traído tantas malas noticias, que parece que el fin del mundo estuviera acechando. Realidades peligrosas siembran pánico y dolor en cada rincón del planeta. Pero al mismo tiempo existe evidencia indiscutible de que vivimos en el mejor momento de la historia de la humanidad. Nunca habíamos tenido una época tan favorable, segura, saludable y plena de oportunidades como la que hemos alcanzado en los últimos años. No es necesario hacer un gran esfuerzo para conocer el lado positivo de la realidad actual. Los datos que reporto pueden encontrarse en humanprogress.org (un proyecto del Instituto Cato) y ourworldindata.org (un proyecto vinculado con la Universidad de Oxford).
Pese al justificado temor a nuevas pandemias, la salud ha mejorado mucho globalmente. Hemos erradicado plagas mortales como polio, fiebre amarilla y viruela, y estamos encontrando cura para muchas más. Hace poco alguien me preguntaba por qué hay tantos niños gravemente enfermos. Es cierto, hay niños sufriendo y es una tragedia que tenemos que seguir combatiendo. Pero los datos nos explican que hace 100 años esos mismos niños y muchos más no estarían enfermos sino muertos. A inicios del siglo veinte más de una cuarta parte de todos los recién nacidos moría antes de cumplir un año (26,9%), y casi la mitad moría antes de cumplir quince años (46,2%). La esperanza de vida era de menos de 40 años. Hoy la mortandad infantil es diez veces menor (2,9% antes de un año y 4,6% antes de quince), y la esperanza de vida global está alrededor de 70 años.
Esto tiene relación con los avances científicos del último siglo, que permiten que la sociedad esté ganando la guerra contra la pobreza. Aunque hay desigualdad económica, gran parte del circulante genera recursos, trabajo y mejores condiciones de vida para los más necesitados. En 1900 el 85% de la población mundial vivía en condiciones que hoy se definen como extrema pobreza. Ahora ese número se ubica en menos del 10%. Con menos pobreza se redujo el analfabetismo. Mientras que en 1900 apenas dos de cada diez personas sabían leer y escribir (21,4%), en estos momentos casi cada persona de más de 14 años está alfabetizada (90%).
Millones de personas empiezan a obtener servicios básicos. Cada día 325000 reciben acceso a electricidad en sus hogares por primera vez y 200000 comienzan a tener agua por tubería. Gracias al uso generalizado de tecnología, el tiempo para completar los quehaceres domésticos pasó de 60 horas por semana en 1900 a menos de 15 horas semanales en el siglo veintiuno. Esta disponibilidad de tiempo, más la oferta de empleo moderno (mucho menos peligroso y menos físico que hace cien años), permite que padre y madre trabajen. Tal característica de la familia actual lleva a que los hogares tengan menos hijos, proyectándose una estabilización de la población mundial en 11 mil millones para 2100, según predicciones realistas. Esto, sumado a una más eficiente producción de alimentos, destruye al fantasma de una sobrepoblación mundial insostenible.
El cambio climático es una preocupación que la humanidad está enfrentando correctamente. El agujero de la capa de ozono alcanzó en el 2019 su tamaño más pequeño en las últimas tres décadas, y se estima que desaparecerá por completo. Si bien la deforestación es una realidad, el área total de bosques del planeta decrece a un ritmo de 0,08% anual, y los programas mundiales de reforestación proyectan un próximo crecimiento de áreas boscosas.
Hoy vivimos más tiempo, sabemos más, estamos más sanos y somos menos pobres. Enfrentamos grandes desafíos, pero estamos en mejores condiciones que nunca para resolverlos. Las posibles soluciones a los problemas pendientes se multiplican gracias a las mentes de 650000 nuevos usuarios diarios de internet. Nunca tendremos un mundo perfecto, pero cada día construimos un futuro más brillante y lleno de oportunidades para todos. Hoy vemos más lejos que nunca, y el Apocalipsis no aparece en el horizonte.